jueves, 16 de agosto de 2012

Valles de Echo y Ansó

Edu, que es un crac, ya anduvo olisqueando estos lares años atrás, y como buen amigo y consejero que es me puso en alerta en cuanto a ir a conocerlos. 

Una semanita nos ha bastado para darnos cuenta que es un sitio fantástico digno de volver en repetidas ocasiones. Existe una amplia variedad de posibilidades para los excursionista de mochila, bastones y bocata, ya que hay abundantes refugios (guardados y no guardados), una buena densidad de caminos y senderos de montaña en buen estado de conservación y una fácil accesibilidad a todos los puntos, incluyendo las cimas más elevadas, sin dificultades para un caminante medio. Eso si, en verano es recomendable hacer camino temprano, para evitar el calor e iniciar descenso a primera hora de la tarde, porque debido a la altitud, la arboleda es inexistente. 

En cuanto a sitios donde hospedarse, no problema, los hay de sobra. A nosotros, de momento, nos sigue cautivando la opción Camping, jajja!! . 

En Echo, hicimos base en el camping de mismo nombre del valle: En general bien, sobre todo las pequeña piscina que, cuando vuelves resudao del monte es como bañarse en agua bendita… perdón a los creyentes... En el apartado de peros, un par: poca sombra (álamos flojos de hoja) y suelo de tierra, que en caso de lluvia tiene pinta de convertirse en fanguete. Nos quedó por catar el Camping Borda Bisáltico que, incrustado en el valle, resulta de lo más prometedor. 

En el valle de Ansó dimos a parar con la furgo al Camping Zuriza. Lo vimos un par de días antes cuando nos desplazamos desde Echo para hacer la ruta del bosque de Gamueta, y en cuanto lo vimos, decidimos que teníamos que pasar un par de noches allí. El sitio es espectacular. Este si que está en pleno valle, rodeado de montañas y junto al cauce de dos ríos, el Petrachema y el Petraficha. De 10, en serio. 

Como las circunstancias son las que son, tampoco hemos querido hacer el bruto marcándonos unas rutas del copón, pero aun así hemos tirado de mochila en tres ocasiones, visitando algunos de las zonas más representativas de ambos valles… A saber: 



Paseo por la Selva de Oza.
 
Se trata de una selva formada principalmente por abetos, mezclados con pinos y hayas. Otras especies vegetales son los tejos, arces y abedules. Entre los matorrales, predomina el boj, además de una enorme variedad de hongos, frutos y flores.
Saliendo del pueblo de Echo hacia el norte dejamos atrás Siresa y la angosta Boca de lo Infierno para, un par de kilómetros más allá toparnos con el refugio de la Selva de Oza. Dejamos el coche en este punto y avanzamos por la carretera unos 300 metros hasta enlazar con una pista que sale a nuestra derecha salvaguardada del tráfico rodado por una barrera. Aquí tenemos la posibilidad de poder visitar uno de los múltiples dólmenes que se encuentran dispersos por la zona. Continuamos por esta pista haciendo un leve pero continuo giro hacia derechas, rodeando el campamento Ramiro el Monge hasta llegar a un cruce donde tenemos la posibilidad de iniciar el ascenso hacia el castillo de Acher. En este cruce giramos a derechas adentrándonos por un sendero en ligero descenso hasta enlazar con un camino que encontraremos a nuestro paso. En este punto girar a la izquierda. De esta forma nos adentramos en el barranco llamado La Espata y tras dibujar un brusco giro a derechas buscamos el cauce del río Subordán del cual no nos despegaremos hasta llegar al Puen d’Ysil, que cruzaremos, enlazando con la carretera que nos devolverá al punto de origen. 



Bosque de Gamueta – Refugio de Linza 

Recorrido circular fácil, recomendado para paseos con niños o con mochila porta-bebés- Recorre el hayedo-abetal del bosque de Gamueta, alternando con zonas de prados. Desnivel aproximado en subida 200 metros. 
Desde Ansó, dirigirse hacia el norte por la carretera adentrándose en el valle. Sobrepasar el Camping Zuriza hasta, alrededor de 3 kilómetros más hacia el norte, topar con el refugio de Linza. Desde aquí tomar un camino de grava que sale a la derecha del refugio, al final del aparcamiento, y avanzar por el unos 200 metros. Aquí girar a la derecha y seguir todo recto por un estrecho sendero que continua en clara ascensión, no cojáis la pista. Tras un ligero zigzagueo se llega al estrecho Paso del Caballo, desde donde hay unas bonitas vistas. Una vez aquí seguir el sendero, en el cual se pueden encontrar indicaciones de PR. Se llega a una ondulada pradera desde donde podemos ver a nuestra derecha la carretera de acceso al refugio de Linza. Seguimos hacia la izquierda dibujando una suave curva para acabar adentrándonos en una zona boscosa circundando un barranco por el que discurre un pequeño riachuelo hasta llegar a un punto en el que nos es imposible seguir recto, obligándonos a pasar al otro lado del barranco (está todo señalizado). Tras una zona de ligero ascenso por una pequeña pradera llegamos a una zona de bosque cerrado donde el camino zigzaguea en claro descenso. Cruzamos el rio por un puente y al poco enlazamos con una pista por la que discurriremos hasta topar con la carretera por la deberemos volver al punto de inicio. 



Aguas Tuertas – Ibón de Estanés 

Sin duda la más ambiciosa de las tres. Hacerla tempranito, tempranito, sino os flambeareis cual postre a no ser que llevéis un buen bote de crema protectora. Aunque se topa con algún que otro regato, es recomendable llevar una buena cantidad agua, ¿ok? 
Avanzado valle de Echo arriba, dejamos atrás la Boca de lo Infierno y la Selva de Oza para adentrarnos en la zona de Guarrinza por una pista forestal. Por ella deberemos avanzar hasta donde se nos permita. Una vez en este lugar seguiremos andando por la pista principal, balizada con las marcas del GR-11, que discurre por la margen izquierda del rio Subordán. Caminaremos entre retazos de bosque y la umbría del Castillo de Acher. Mas tarde, por un sendero, se asciende a un resalte rocoso que constituye el balcón que retiene el valle colgado de Aguas Tuertas. Se pasa un pequeño refugio de pastores y ante nosotros se abre el antiguo glaciar de Aguas Tuertas, verde valle por el que serpentean los meandros del joven Subordán. Atravesándolo, llegaremos a Puerto Escalé y algo más allá a la zona de Las Cabretas, lugar hasta el que fuimos capaces de llegar. La intención era llegar hasta el Ibón, pero una pronunciada pendiente por donde podíamos ver sufrir a la gente nos hizo cambiar de opinión, decantándonos por ronchar el bocata y volver por nuestros pasos. Habrá que volver, porque se nos quedó clavado… 



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