Los de Portland presentan un trabajo magnífico, altamente influenciado por el country y el folk más genuinos, y de una integridad que asombra. Sabe a pradera y a camino polvoriento, a viejos mitos del género que ya no están entre nosotros. Huele a taberna mohosa y quema la piel como el sol del desierto, (este último párrafo lo he copiado de una crítica, porque simplemente, me parece cojonu**).
Después de “The Hazards Of Love”, su ambicioso disco de 2009, esa extraña obra pro-rock conceptual que fue una suerte de experimento y como se dice vulgarmente: los experimentos con gaseosa, Decemberists se presentan con este “The King Is Dead”. Uno parece el día, el otro la noche, uno la cal, el otro la arena, la claridad y la oscuridad. Uno entra a la primera, al otro costaba dios y ayuda entrarle, así que la balanza se inclina claramente hacia el nuevo álbum.
Sin ser comerciales, los cortes que integran este “The King Is Dead” son, por lo general, pegadizos pese a la relativa desnudez con la que han sido producidos. Los juegos de voces y los medios tiempos invitan a tararear cada una de las melodías. Destacan, si cabe, “down by the water” y “this is why we fight”, grandísimas canciones en este ya de por sí gran álbum.
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