martes, 20 de septiembre de 2011

Wolf Parade_apologies to the Queen Mary [2005,sub pop]

Este “Apologies to the Queen Mary”, editado en 2005, por encima de comparaciones más o menos acertadas, es un disco de indiscutible calidad y sin duda un debut redondo, redondo. En estos días me estoy empapando de su segundo y tercer álbum, "At mount zoomer" y "Expo 86" respectivamente, y aunque las críticas especializadas dan, sobre todo al segundo, unas críticas generosas muy por encima de las del álbum de debut, yo me quedo con este primer álbum, que es el que más me llega y de ahí que os lo recomiende.

Quizás pueda parecer que Wolf Parade es un grupo cuyo máximo atractivo proviene de su íntima relación con los grandes Arcade Fire. Podríamos llegar a pensarlo si sólo tuviéramos en cuenta algunos hechos como que ambas bandas provienen de Montreal, presumen de su amistad, compartían cartel en sus primeros conciertos o colaboran en sus respectivos discos. Mal lo tienen si los comparan con ellos, la verdad. Rotundamente, estaríamos cometiendo un error porque, Wolf Parade y su dos compositores y cantantes, Spencer Krug y Dan Boeckner, tienen su propia personalidad.

Cierto es que “Apologies to the Queen Mary” presenta similitudes con el famoso y alabado “Funeral” de los Arcade Fire, sobre todo si aceptamos que ambos discos comparten un trasfondo común de intensa evocación sentimental, sintiendo debilidad por los fantasmas, las maldiciones y las ganas de crear nuevos mundos en los que vivir mejor . Sin embargo, fuera ya del punto de partida, sus caminos se distancian con rapidez. 

Wolf Parade prescinden de los tonos épicos, reducen la ornamentación y agradecen la robustez que al sonido le confiere el trabajo del productor Isaac Brock de Modest Mouse. A veces utilizando elementos pop, otras mostrándose contenidos, evitando la excesiva afectación o recurriendo en ciertos momentos a la new wave para hacerse incluso bailables, "It´s a curse" podría ser el mejor tema del álbum en mi opinión, consiguen un resultado más que loable.

50 minutos provechosos, sin duda.

Ahí queda...


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